Ese mar que tranquilo te baña
San Alfonso del Mar, como en la descripción anterior, ofrece una vista espectacular desde todos sus departamentos. Una vista envidiable, porque está al borde mismo del mar, sin posibilidades de futuras interrupciones. Para lograr esto, construyeron en un terreno agrícola que colindaba con el mar.
Pero esta vista al mar no significa que se relacione con el mar. Todo lo contrario. Es como si quisieran verlo, pero no interactuar con él. Uno podría pensar, maliciosamente, que no quieren interactuar con la gente que libremente puede llegar a esa playa justo frente a esos departamentos. Gente que no se conoce, que no se puede controlar y menos regular.
Entonces, el proyecto se plantea como un microclima, con “playas” propias que dan a piscinas propias, donde solo acceden personas del conjunto. Bueno, ya no solo propietarios, sino también arrendatarios, muchos de ellos a través de aplicaciones. En fin, nada es perfecto y parece que todo se degrada.
La buena arquitectura se reconoce por la calidad de su culo
“La buena arquitectura se reconoce por la calidad de su culo”, me dijo un arquitecto francés. No era una frase nueva, aunque sí la forma en que la reformulaba. Pierre estaba refiriéndose al hecho que muchos colegas se preocupan mucho de la fachada principal, y poco de las otras, menos de la trasera. Y, según él, un buen arquitecto no descuida ninguna fachada.
Ya en La Carta de Atenas, publicada por Le Corbusier y Jeanne Villeneuve en 1942, entre varios puntos, instaban a preocuparse incluso de la “quinta fachada”, es decir, de los techos.
San Alfonso del Mar tiene su propio “culo”. No es, como podrían pensar algunos, la fachada hacia la calle, donde estas once moles tapan de manera casi total la vista al mar, deteriorando a los terrenos que las enfrentan. El “culo” de San Alfonso del Mar se ve y se vive desde la playa. Es ese muro de cientos de metros que, casi siempre, impide a la gente que acude a la playa mirar hacia el complejo.
No solo es un muro sin terminaciones, inhóspito. También incluye diversas tuberías plásticas, de distintos colores, precariamente soportadas, algunas de ellas con filtraciones. Son como el shaft de un edificio, puesto horizontal y a “tajo abierto”. Es agresivo, no solo en su fealdad.
Pero lo anterior no basta. Hay una serie de monolitos, como si fueran pedestales para futuros monumentos puestos en la playa. Son, aparentemente, cámaras de alcantarillado, o de otro tipo. Puestos en la mitad de la playa, sin disimulos, como mojones.
La violencia de San Alfonso del Mar hacia lo público es una muestra de cierto espíritu, de una mentalidad, de una actitud de vida. Es una forma de relacionarse con aquellos que no se consideran parte de la propia comunidad.
Otros detalles de San Alfonso…
El conjunto ha estado, periódicamente, en los medios de comunicación por otros aspectos que pueden complementar lo antes planteado. Por ejemplo, las denuncias relacionadas al humedal que hay en el borde sur del conjunto. En breve, se habría afectado de manera significativa el humedal que ahí existe, rellenando parte de éste.
Otra denuncia es que este conjunto habría afectado diversos pozos del sector, los que terminaron con agua salina y de color café. O la congestión que provocaría, aumentado los “tacos” que caracterizan Algarrobo. Nada de lo anterior es nuevo, basta buscar en internet y las denuncias son reiteradas en el tiempo.
Pero San Alfonso del Mar puede ser un ejemplo: es un caso que muestra una actitud, una forma de actuar, donde el bien individual es mucho más importante que el de los demás, que el bien común.